Después de un inicio malo y extraño en los servicios, decidí que era momento de parar y reflexionar.

Lo primero que pensé era en salir de la burbuja, y con ello, fuera de España.

Latinoamérica es de mis lugares favoritos, como todos ya sabéis.

Brasil era un destino que nunca había tenido el placer de visitar, y dado que tengo varias amistades allí, decidí poner rumbo a Río de Janeiro.

Estuve cerca de 8 días y, como no, miré para ver que partidos se estaban jugando, y coincidía con la semifinal del campeonato Carioca, el cual lo juegan los equipos más importantes de la provincia.

Mis amigos me pudieron conseguir entradas para la vuelta de las semifinales entre el Flamengo - Vasco de Gama. Como ellos eran Flamenguistas, me regalaron la camiseta.

El día del partido había también desfile del carnaval, por lo que la ciudad estaba completamente abarrotada.

Esto hizo que llegáramos bastante tarde al encuentro.

Nos tiramos casi hora y media en el taxi. Cuando ya estábamos cerca del campo, el taxista encendió la pantalla del coche con la retransmisión del partido. Parecía surrealista. Ahí vimos el primer gol del Vasco de gama.

Cuando llegamos, salimos del taxi e iniciamos una carrera hasta la puerta. En ese trayecto, Flamengo empató el partido y nos perdimos ese gol pero lo escuchamos, menudo jaleo.

Para entrar al campo, no hacía falta entrada física ni QR. La entrada era a través de reconocimiento facial, cosa que tenías que hacerlo previamente, en la APP del Flamengo, en el momento que compras tu entrada.

Esto no lo había visto nunca, y es una manera muy efectiva y rápida a la hora de entrar al campo y evitar grandes colas.

Una vez entramos, nos dirigimos hacia el túnel de entrada.

Miré para dentro y un tapón de personas estaba de pie, y no se podía ni pasar a la zona de los asientos.

Pregunté a mis amigos qué asientos teníamos, y su respuesta fue clara: “Aquí no hay asientos y aquí nadie se sienta”

Y efectivamente, venden las entradas pero sin asientos, cada uno se pone donde pillaba y donde hubiese hueco. Por supuesto, todo el mundo de pie y animando. ¡Menuda locura!

Llegó el descanso después de un buen dominio de Flamengo en la primera mitad.

En la segunda parte siguió ese dominio local, y tras muchas ocasiones llegó el gol del 2-1 para Flamengo.

En ese momento celebramos como locos. Intenté grabar un video pero había un tío de 120 kilos detrás mía intentando subirse encima. Las cervezas volaban. ¡Una autentica pasada!

Lo que sentí en ese momento era suficiente como para saber que había merecido la pena ese viaje.

El partido acabó con ese marcador y Flamengo pasó a la final.

Sin palabras todo lo vivido en ese estadio que es tan icónico y legendario en el mundo del fútbol.

Sin duda, un sueño hecho realidad.

Nos leemos la semana que viene.

Tití

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